LA TRADICION BALLETÍSTICA RUSA.
La segunda mitad del siglo diecinueve mostró un desinterés en la creación de piezas de ballet en el occidente europeo. En Rusia en cambio la creación balletística no solo continuó sino que se acrecentó, llenando el vacío creado en Europa Occidental con la pujanza creativa de los, Petipa, Tchaykóvsky, Rimsky Korssakov, Stravinsky y, más tarde Prokofiev entre otros.
Desde luego piedra angular en el desarrollo balletístico se debe a P. I. Tchaykovsky y sus ballets, “Lago de Los Cisnes”, “La Bella Durmiente” y “El Cascanueces”, creaciones coreográficas de Marius Petipa, aunque el “Cascanueces” fue terminado por su discípulo Liev Ivanov, sobre el cuento de Hoffman. Este ballet desde su estreno en 1892 en San Petersburgo sigue deslumbrando en la actualidad a nuevas generaciones en la más amplia diversidad de presentaciones y adaptaciones, en su mayoría fundamentadas en el concepto coreográfico y libreto de Petipa y, es en este mismo espíritu que se presenta el “Cascanueces” en la versión armada coreográficamente y de estreno mundial por el prestigiado coreógrafo Nikolái Androsov:
Es la historia fantástica de Clara en la víspera de la Navidad, en la que vive un viaje fantástico con los juguetes navideños, en especial con un Cascanueces, salvado por ella y los soldaditos de los ratones y su malvado rey. El Cascanueces se convierte en Príncipe, quien en gratitud la conduce hacia un lugar maravilloso: el País de las Nieves, donde la Reyna y su Corte de Copos le dan la bienvenida, para luego trasladarse al País de los Dulces. Por su valentía al salvar al Príncipe, A Clara le rindieron honores con desfiles de diversos personajes de muchos países: El Chocolate de España, El Café de Arabia, el Té de China, Los Danzantes Rusos, Las Flautas de Caramelo, la Mamá Bombonera y sus hijitos, las Flores bailando elegante Vals, para finalmente el Hada del Azúcar y su Caballero danzar especialmente para Clara y el Príncipe.
EL TRIUNFO DE LA DANZA
La segunda parte de nuestro programa está estructurada como una muestra del “Triunfo de la Danza” que incluye estrenos en Latinoamérica de coreografías del propio Nikolái Androsov. La selección del material musical ha considerado música rusa estrenada y difundida en México por la misma orquesta como es el caso de la “Tormenta Invernal” de G. Sviridov y, por otro lado de repertorio que tiene un lugar ganado destacado en el gusto del público amante de la música y el ballet universal.
El Vals del Ballet “Mascarada” de Aram Khachaturian es el ejemplo más conocido mundialmente de esta obra simbólica de la música de ballet de la época soviética, en la que el compositor pone en duda la capacidad sincera del individuo ante su entorno social. La popularidad de esta música fuera de la URSS se debe en gran parte a la discografía de los años sesenta de la RCA Víctor sobre la música soviética y el célebre director Kiril Kondrashin.
La “Tormenta Invernal”.- Una feroz tormenta ha separado los anhelos de unión, impidiendo el encuentro de un prometido con su amada; en vez del amante impedido por la tormenta, a la ceremonia religiosa de unión en medio de la obscuridad de una capilla pueblerina y aislada en el insólito campo nevado, llega un extraño, confundido y aturdido por la misma tormenta y quien sin saberlo se esta casando. Luego del beso matrimonial, la conciencia de no ser quienes debieran ser los esponsales, les asusta y les separa. Su fidelidad religiosa y de juramento otorgado ante Dios les lleva al no amarse con otras personas. Un reencuentro casual pasados los años, les lleva sin darse cuenta a amarse pero rechazarse por el mismo juaramento. Finalmente se enteran de la extraña historia en la capilla pueblerina y se reconocen como seres indisolublemente amantes y esposos.
La más célebre de las Danzas Húngaras de Johannes Brahms, cautiva por su movilidad rítmica y la plasticidad de su melodía. En correspondencia, al mismo tiempo se presta en la versión coreográfica de N. Androsov a la más alta de las impresiones visuales por su dinamismo escénico.
El Ballet Estatal de Moscú nos regala escénicamente uno de los momentos más representativos de la historia balletística bajo influencia hispánica: el Pass de Deux del Ballet “Don Quijote”, en manos de la exquisitez y plasticidad de Natalia Krapivina y Georgui Smelevskiy.